Sexta-feira, 6 de Junho de 2014

La abdicación es una maniobra para que la oligarquía siga en el poder”     (www.ecorepublicano.es)

El excoordinador de IU Julio Anguita ha afirmado hoy que la abdicación del Rey Juan Carlos en favor de su hijo Felipe es “una nueva imagen de un producto que ya está podrido”, y “una maniobra para que la oligarquía económica del franquismo siga siendo la representante del poder”.
En declaraciones a Efe, Anguita ha dicho que la abdicación del Rey es “un hecho que confirma muchas cosas” y ha recordado que se ha producido días después de que Felipe González sugiriera la idea de un gobierno de concentración entre PP y PSOE, tras unas elecciones en las que estos partidos han perdido apoyo, y tras “los escándalos de la Corona, como el caso Noos”.
Según Anguita, el estatus económico, político y social “necesita relanzar el bipartidismo sobre unas bases más altas”, en referencia al Príncipe Felipe.
Del Príncipe ha dicho que será “un rey joven, que habla idiomas, no ligado a ninguna corrupción, y que trae la ilusión de que algo puede cambiar”, aunque ha apostillado que “las oligarquías seguirán gobernando”.
“Es una nueva imagen de un producto que ya esta podrido”, ha manifestado Anguita, que ha vaticinado que el efecto de Don Felipe se diluirá “al cabo de un año”.
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Izquierda Unida, Podemos y Equo han pedido a través de Twitter que se celebre un referéndum. IU ha pedido una consulta por la monarquía o la república, mientras el partido que lidera Pablo Iglesias ha expresado que "si Felipe quiere ser jefe de Estado" y "cree tener confianza de los ciudadanos, que les pregunte".
Anguita ha insistido en que la oligarquía va a exigir “una ley de punto final”, que implicará que se ponga fin a procesos judiciales como el caso Noos, el de los ERE y el caso Gürtel, porque “si siguen adelante estos procesos, el régimen de la transición se hundiría”.
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Notas:     Sobre o regime político em Espanha, democrática, pouco tenho a dizer pois deverão ser os seus eleitores a expressar-se e os bons vizinhos devem respeitar-se.    Mas, embora nutra simpatia por Felipe de Bourbon ... sobrepõe-se o princípio republicano que todos nascemos com iguais direitos de acesso...  Racional e livremente, só aceito o regime Monárquico  se ... for eu o monarca !. 
        República e Laicidade  CIDADÃOS  SIM,  SÚBDITOS  NÃO  !.


Publicado por Xa2 às 07:52 | link do post | comentar

3 comentários:
De Monarquia ou Democracia a 11 de Junho de 2014 às 10:07

Monarquía o democracia: ese es el dilema
9 junio 2014 , ATTAC.es

Gerardo Pisarello – Consejo Científico de ATTAC España

La precipitada abdicación de Juan Carlos de Borbón y Borbón ha colocado sobre la mesa algo más que el debate monarquía-república. Ha puesto en evidencia el antagonismo de fondo que existe entre monarquía y democracia. En el pensamiento político clásico, la monarquía remite al poder de uno. La democracia, en cambio, al de todos. La monarquía se basa en una institución hereditaria, no electiva, sujeta a numerosos privilegios y a regulaciones de excepción. La democracia presupone el autogobierno popular y la elección y fiscalización de todos los representantes políticos, incluido el jefe de Estado. Desde una perspectiva democrática, la existencia de un rey será siempre un elemento extraño, anómalo. En el caso español, esta incompatibilidad entre monarquía y democracia, entre monarquía e igualdad, tiene connotaciones más profundas.

La condición de rey de Juan Carlos de Borbón no tiene, de entrada, origen democrático alguno. Proviene directamente de la legislación de una dictadura, la franquista. Fue Franco quien lo nombró “sucesor a título de rey” en 1969 y él hizo poco para romper ese vínculo. Se comprometió, por dos veces, a cumplir las Leyes fundamentales franquistas. E impidió, como ocurrió en Italia tras la caída del fascismo, que la ciudadanía pudiera ser consultada sobre la continuidad o no de la Monarquía.

La Transición de la dictadura a la monarquía parlamentaria no borró esa carencia democrática. Durante la primera entrevista personal que Adolfo Suárez mantuvo con Felipe González, el 10 de agosto de 1976, este último le planteó la necesidad de llevar a cabo un referéndum sobre la forma política del Estado. Suárez respondió que someter a referéndum la legalidad monárquica era romper con la anterior y con la posibilidad de hacer la transición desde el poder. Y que por si fuera poco era probable que el resultado fuese favorable a la opción republicana.

En las Cortes Constituyentes de 1977-1978, la mayoría de grupos parlamentarios que integraban la comisión constitucional (UCD, Alianza Popular, comunistas, Minoría catalana y PNV) aprobaron el artículo primero del anteproyecto de Constitución, que establecía la Monarquía parlamentaria como forma política del Estado español. Los miembros del PSOE se abstuvieron y lanzaron agudas pullas al diputado y ponente comunista, Jordi Solé Tura. El ímpetu republicano, sin embargo, no duró demasiado. Al final, acabaron aceptando la Monarquía y convirtiéndose en sus máximos valedores.

Bajo la atenta vigilancia de los poderes económicos y militares vinculados a la dictadura, la Constitución y las leyes que la desarrollaron prefiguraron una democracia de partidos, tendencialmente bipartidista y desconfiada frente a la participación ciudadana directa en los asuntos públicos. En ese entramado, el Rey se erguía como garante de la “unidad y permanencia” del Estado, inviolable civil y penalmente e irresponsable en términos políticos. Gracias a la presión de Alianza Popular y de UCD, todo lo referido a la Corona fue blindado a través de un mecanismo de reforma tan complejo que la hace casi irreformable. El mismo que Mariano Rajoy sugiere a quienes plantean que sea la sociedad, democráticamente, la que se pronuncie sobre el sentido actual de la institución.

Con el referéndum sobre la Constitución, aprobada bajo la mirada vigilante del Ejército, se pretendió otorgar al rey una legitimidad democrática que limpiara sus vínculos con la dictadura. El 23-F vino a completar la operación. Las condiciones en las que aquella asonada fue urdida y el papel de Juan Carlos de Borbón en ella son turbios (en febrero de 2012, el semanario alemán Der Spiegel reveló, tras la desclasificación de documentación diplomática de Wikileaks, la simpatía del rey por los golpistas). Con todo, el relato oficial lo convirtió en el rey que “salvó la democracia” y en el primer y más destacado “defensor de la Constitución”. Lo cierto, sin embargo, es que lo que Juan Carlos vino a consolidar fue una democracia limitada y un régimen constitucional cada vez más restrictivo, incapaces ambos de dar voz a la ciudadanía más allá de las elecciones y de proyectar-se ...


De Qualidade de governação e cidadania ?! a 11 de Junho de 2014 às 10:11
Monarquía o democracia: ese es el dilema
...
... y de proyectarse libremente sobre ámbitos como la economía o la organización territorial.

El mito de que el rey había asegurado la democracia permitió poner sordina a aquellas actuaciones suyas que impedían, de hecho, la democratización de la vida política y económica. Amparado por la vulgata de que reinaba pero no gobernaba, de que era un simple árbitro sin poderes efectivos, Juan Carlos desplegó una vasta red de conexiones locales e internacionales vinculadas a negocios inmobiliarios, especulaciones financieras, comisiones petroleras o tráfico de armas. Personajes como Manuel Prado y Colón de Carvajal, Mario Conde, Javier de la Rosa o José María Ruiz Mateos, todos condenados por corrupción, fueron asesores económicos de primera línea de una fortuna real que revistas como Forbes y Eurobusiness llegaron a cifrar, ya en 2011, en 1.790 millones de euros.

Muchos de estos hechos no han podido ser investigados en profundidad. Entre otras razones porque la inviolabilidad constitucional de la figura real vino acompañada de un férreo blindaje frente a cualquier crítica pública, judicial e incluso parlamentaria. El Código Penal de 1995, conocido como el “Código de la democracia”, introdujo numerosos delitos contra la Corona, incluida la utilización de la imagen del rey o de cualquiera de sus ascendientes o descendientes de cualquier forma que pueda “dañar el prestigio de la Corona” (artículo 491.2). La desproporción con que se llegaron a aplicar estas figuras delictivas hizo que el propio Tribunal de Estrasburgo amonestara al Estado español e interviniera en defensa de la libertad de expresión e ideológica y del pluralismo político.

El precipitado anuncio de abdicación del pasado lunes es un intento de mantener este estatuto de privilegio e impunidad en un momento en el que el mito del Rey demócrata ha comenzado a resquebrajarse. Si Felipe de Borbón es proclamado rey y los planes del Gobierno salen adelante, su padre tendrá inmunidad penal por sus actuaciones pasadas y gozará de aforamiento especial ante el Tribunal Supremo. Esto permitiría, además, que una eventual condena a Iñaki Urdangarin o a la propia Cristina de Borbón por el caso Nóos recaiga, no ya en la familia real, sino en simples “familiares del rey”.

Pero hay algo más. La proclamación, sin debate público, de Felipe VI, permitiría colocar a la Corona, “generacionalmente renovada”, en el centro de una Segunda Transición, controlada desde arriba, que impida romper los cepos antidemocráticos heredados del franquismo y mantenidos con el Régimen de 1978. Una salida de este tipo sería un fraude al mandato democratizador del 15-M, de la PAH, de las mareas ciudadanas, del movimiento por el derecho a decidir de los pueblos y de las mujeres sobre su propio cuerpo, y de tantos otros que propugnan la extensión de la participación ciudadana a diferentes esferas de la vida social. Lo que está en juego, pues, es algo más que el debate Monarquía-República. Es el futuro de la democracia misma. Si la Monarquía vuelve a imponerse, sin que la ciudadanía sea consultada, su estatuto de privilegio, de desigualdad y de impunidad infectará por largo tiempo la vida política y económica. Oponerse a ello, exigir un referéndum y movilizarse por la apertura de procesos constituyentes democráticos es honrar la libertad. La nuestra, la de quienes nos precedieron en el mismo empeño y la de los que vendrán. Y es ahora o nunca.

Artículo publicado en Público.es


De Ass.Rep.: Não saudar o Rei nem o Papa. a 23 de Junho de 2014 às 12:55
Ora, é mesmo isto
(por David Crisóstomo

Eu ia escrever sobre este voto mas, tal como já tinha acontecido num outro caso, um dos deputados já resumiu muito bem a minha posição.
Ainda para mais dada a proibição antidemocrática de manifestações públicas pró-República que foi ontem decretada em Madrid.
Parabéns à Isabel Moreira e aos outros 13 deputados do PS que hoje se abstiveram nesta votação: Isabel Santos, João Soares, Paulo Campos, Eduardo Cabrita, Miguel Coelho, Ana Paula Vitorino, Pedro Delgado Alves, João Portugal, Nuno Sá, Catarina Marcelino, Gabriela Canavilhas, Isabel Oneto e Mário Ruivo.

----I.Moreira:
« Abstive-me no voto de saudação à proclamação do novo Rei de Espanha.
A constituição espanhola, que foi referendada, consagra a monarquia. É verdade.
Mas daí não tenho de inferir, como deputada de uma REPÚBLICA, a obrigação de saudar um Rei.
...
Não, não tenho de me levantar no parlamento republicano português saudando o Rei Filipe VI de Espanha. »

----- P.D.Alves:
«Que o Parlamento português não perceba o princípio da laicidade, aprovando um voto de saudação à eleição do Papa é grave.

Que o PS não só tenha votado a favor, como seja proponente do voto é inexplicável.»


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