O Tratado Transatlântico e a Europa
Quando do anúncio do TTIP (Transatlantic Trade and Investement Partnership), também conhecido por TAFTA (Transatlantic Free Trade Area ou Agreement), em fevereiro de 2013, não emiti qualquer opinião.
Um tratado de comércio, neste caso gigantesco, só por si, não é bom nem mau.
As consequências é que o dirão. Podia ter sido um mero detalhe do discurso de Obama sobre o Estado da União onde, pela primeira vez, o referiu.
O apoio entusiástico de Durão Barroso, o mais americano dos europeus, no dia seguinte, pôs-me de sobreaviso.
A personalidade tortuosa de um aluno formado nas madraças do maoísmo, em cujo Livro Vermelho terá aprendido a enxergar armas químicas num salão de chá inglês, não foi de molde a tranquilizar-me.
Não tenho dúvida sobre a bondade do Tratado, temo é pelas consequências para os mais pobres. Se Obama e Durão Barroso o acham excelente, os portugueses devem ter medo. Será certamente excelente para o capital financeiro que devia ter sido privatizado, após a falência do banco Lehman Brothers, e não foi. Não podendo os causadores do caos ser responsabilizados, foram os povos, os mais pobres, que amargaram as especulações mal sucedidas dos bancos e são espoliados, até ao osso, para os recapitalizarem.
Com este histórico, com a UE de Durão Barroso e Catherine Ashton, incapaz de avançar para a integração económica, social e política, que sentido faz um tratado entre os países ricos da Europa e os Estados Unidos quando já se viu que as assimetrias não param de aumentar no espaço europeu?
Que importa o Tratado que beneficia o capital financeiro, que fará mais ricos os países prósperos e mais pobres os países feridos pelos estilhaços da explosão das dívidas soberanas?
Quem concorre ao Parlamento Europeu deve defender a coesão europeia como condição prévia para um tratado que acentuará a divisão da Europa entre países ricos e pobres, e os europeus entre cidadãos e párias.
Esse tratado, a ser levado à prática, abrangerá 12% da população mundial e representará 50% do PIB.
É de temer que o dinamismo económico que certamente induzirá, acelere a escassez dos recursos do planeta e a poluição, aumente demasiado a riqueza de poucos e a pobreza de muitos, numa manutenção do paradigma económico que acentua diferenças sociais e, se não for politicamente vigiado, levará, na lógica ultraliberal, ao colapso planetário.
(- Carlos Esperança, PonteEuropa, 21/5/2014)
El acuerdo Transatlántico, el fin de la democracia
28 mayo 2014 , http://www.attacmallorca.es/2014/05/28/el-acuerdo-transatlantico-el-fin-de-la-democracia/
John Hillary – Nueva Tribuna
El Acuerdo Transatlántico sobre Comercio e Inversión (ATCI o TTIP, por sus siglas en inglés) es un extenso tratado sobre libre comercio e inversión que están negociando (en secreto) la Unión Europea y Estados Unidos. El presidente Barack Obama fue el primero en anunciar sus intenciones de emprender las negociaciones para alcanzar un TTIP durante su discurso sobre el estado de la unión en febrero de 2013, y en julio del mismo año tuvo lugar la primera ronda de negociaciones entre la Comisión Europea y los funcionarios estadounidenses. El objetivo es llevar a cabo las conversaciones lo más rápidamente posible y sin que los detalles lleguen a la opinión pública, con la esperanza de poder cerrar las negociaciones antes de que la ciudadanía en Europa y EE.UU. descubra la verdadera envergadura de la amenaza que supone el TTIP.
Como ya han admitido funcionarios de ambas partes, el objetivo principal del TTIP no es estimular el comercio eliminando aranceles entre la UE y los EE.UU., pues son tan bajos que apenas pueden reducirse ya. Su principal finalidad es, como ellos mismos han reconocido, eliminar las “barreras” reguladoras que limitan los beneficios potenciales de las corporaciones transnacionales a los dos lados del Atlántico. Ahora bien, estas “barreras” son en realidad algunas de nuestras normativas más preciadas en materia de derechos sociales y medio ambiente, como los derechos laborales, las normas de seguridad alimentaria (incluidas las restricciones a los OGM), las regulaciones sobre el uso de substancias químicas tóxicas, las leyes de protección de la privacidad en internet e incluso las nuevas garantías en el ámbito bancario introducidas para prevenir otra crisis financiera como la de 2008. En otras palabras, no podría haber más en juego.
Además de su programa desregulador, el TTIP también anhela crear nuevos mercados abriendo el sector de los servicios públicos y la contratación pública a las empresas transnacionales, lo que amenaza con provocar nuevas olas de privatizaciones en sectores clave como la sanidad o la educación. Lo más preocupante es que el TTIP pretende conceder a los inversores extranjeros el derecho de demandar a gobiernos soberanos frente a tribunales de arbitraje ad hoc para reclamar pérdidas de beneficios derivadas de decisiones sobre política pública. En la práctica, este mecanismo de resolución de disputas entre inversores y Estados eleva el capital transnacional a un estatus equiparable al del Estado nación y amenaza con minar los principios más básicos de la democracia tanto en la UE como en los EE.UU.
Así pues, el TTIP no debe entenderse como un acuerdo entre dos socios comerciales competidores, sino como un intento por parte de las empresas transnacionales de abrir y desregular mercados a los dos lados del Atlántico. Las amenazas que supone este tratado están suscitando cada vez más preocupación entre la ciudadanía de la UE y los EE.UU., y algunos grupos de la sociedad civil están aunando fuerzas con académicos, parlamentarios y otras personas para evitar que funcionarios del gobierno pro-empresariales renuncien a las normativas clave en materia social y medioambiental anteriormente mencionadas. Se anima a todas las personas a oponerse al TTIP, poniéndose en contacto con las campañas locales correspondientes o lanzando su propia campaña.
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John Hilary es director ejecutivo de War on Want. Ha publicado textos sobre una gran variedad de asuntos del ámbito del comercio y la inversión en los últimos 20 años, y en 2013 fue nombrado profesor honorario por la School of Politics and International Relations de la Universidad de Nottingham. Su nuevo libro, The Poverty of Capitalism: Economic Meltdown and the Struggle for What Comes Next, se publicó en Pluto Press en octubre de 2013
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